La expedición al Ártico de William Bradford en 1869 formó parte de una gran ola de interés científico y económico en la exploración de los polos en la segunda mitad del siglo XIX. Escena en el Ártico fue una de las muchas pinturas que Bradford creó a partir de dibujos, bosquejos al óleo y—en este caso—fotografías tomadas durante sus travesías en el Ártico.