El cuadro São Paulo, de Tarsila do Amaral, forma parte de una serie conocida como “pau-brasil”, que comprendía paisajes típicos brasileños, tanto rurales como urbanos. En cuanto a la forma, Tarsila desarrolló un enfoque osado y estilizado para plasmar formas que pudieran capturar el dinamismo de la vertiginosa modernización del país. En esta pintura, la artista integra la metrópoli con símbolos del progreso: surtidores de combustible y un poste de electricidad se destacan en el primer plano; en el segundo plano, un tranvía, un puente de hierro, un edificio en construcción y una valla publicitaria con números expresan el arribo de la modernidad.