A medida que el paisajismo se inscribió en los discursos del arte autónomo en el Ecuador y otras regiones de Sudamérica, las imágenes de escenas naturales adoptaron distintos significados en la formación de la estética nacional. Paisaje de Luis A. Martínez demuestra el trasfondo nacionalista de la pintura paisajista de esta época, en la que la tierra llegó a ser percibida como la base misma de las naciones emergentes por todo el continente americano. Paisaje se caracteriza por una gama cromática de azules y verdes en donde un paisaje montañoso envuelto en nubes se despliega en todas las direcciones.