Como artista viajero del siglo XX, Rockwell Kent exploró sitios topográficos clave de Sudamérica. Inspiradas por un ansia de viajar similar, las pinturas de Kent son enormemente distintas de la obra de pintores peripatéticos del siglo XIX como Frederic Edwin Church y Johann Moritz (Mauricio) Rugendas. En Calma (Tierra del Fuego), Kent transmite el poder espiritual de las montañas escarpadas y coronadas de nieve del archipiélago de Tierra del Fuego en las costas de Chile y captura su simétrico reflejo en el agua con un estilo inconfundiblemente personal y modernista. Al plasmar una región del mundo no tocada por las transformaciones sociales, Kent evoca más bien la evolución de la pintura moderna.