El explorador, geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt (1769–1859) tuvo un profundo efecto en las artes visuales. A través de sus expediciones y escritos, alentó a los artistas a vivir la naturaleza y promovió la pintura paisajista como una manera de transmitir la complejidad de un lugar. Humboldt argumentó que con ayuda de la investigación científica los artistas podrían transmitir las muchas características topográficas de un lugar. Entre 1799 y 1804, Humboldt y su equipo de naturalistas siguieron a guías indígenas en una travesía por lo que hoy es Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Cuba y México, para concluir su viaje en los Estados Unidos de América. El ascenso de Humboldt al volcán Chimborazo del Ecuador fue muy publicitado. El naturalista también analizó las corrientes del océano Pacífico. Aquí, el artista alemán plasmó una escena de Humboldt y su compañero de viaje, Aimée Bonpland, de pie en la base del Chimborazo. Al representar al destacado científico en un paisaje detallado y natural, Weitsch enfatizó el impacto que Humboldt tuvo en pintores como él mismo, Johann Moritz (Mauricio) Rugendas, Ferdinand Bellermann y Frederic Edwin Church, entre otros, todos los cuales estudiaron los textos de Humboldt y siguieron meticulosamente sus pasos por el continente americano.