La obra de Allan Edson’s Leñadores en el río Saint-Maurice ilustra las primeras etapas de la entrega de madera cortada del bosque al molino. Con el follaje otoñal del Quebec rural como telón de fondo, el cuadro de Edson ofrece una visión halagüeña y calurosa de un oficio que para 1868 se había convertido en una de las industrias más lucrativas y poderosas de Canadá. Al ser una industria que depende de la tierra, la explotación forestal y los leñadores que trabajaban para talar y transportar los troncos se convirtieron, de muchas maneras, en sinónimos del paisaje canadiense en el siglo XIX, por lo cual Leñadores en el río Saint-Maurice se volvió una especie de retrato nacional.