En la década de 1930, el artista uruguayo Joaquín Torres García consolidó un lenguaje pictográfico al que llamó constructivismo, que indagó en los procesos de la modernización. Esta exploración lo llevó de Barcelona a París y, a la postre, motivó su regreso a su natal Uruguay, donde Torres García comenzó a citar la iconografía indígena dentro del contexto del paisaje urbano local. En Ciudad constructiva con hombre universal se aprecia un alfabeto que el mismo Torres García inventó y une la iconografía indígena con un enfoque simbólico, si bien claramente moderno, del paisaje.