A medida que los paisajes evolucionaron, la respuesta de los artistas a los mismos hizo lo propio. Charles Sheeler captura perfectamente estos cambios en su pintura de 1931, Paisaje clásico, una de las cuatro composiciones que completó del impresionante complejo industrial de la empresa Ford Auto Company en River Rouge, a las afueras de Detroit, Michigan, e ilustra la manera en que la producción industrial altamente mecanizada le ha dado forma al mundo natural. En lugar de las escenas pastorales o las vistas sublimes del siglo anterior, Sheeler pintó lo que consideraba era el “paisaje clásico” de la era moderna: estructuras simplificadas hechas a máquina colocadas en un entorno natural que ha sido irrevocablemente transformado por el progreso de la industria.